El cambio de hora, un fenómeno asociado comúnmente al horario de verano e invierno, tiene impactos significativos en la salud y el bienestar de las personas. Aunque la modificación de una hora puede parecer insignificante, su efecto puede influir en varios aspectos, tanto físicos como mentales.
La principal consecuencia del cambio de hora está relacionada con la alteración del reloj biológico interno, lo que puede desencadenar trastornos en el sueño y afectar el ritmo circadiano. Este ajuste temporal puede causar dificultades para conciliar el sueño, insomnio, fatiga, irritabilidad y cambios en el estado de ánimo. Además, la interrupción en el patrón de sueño puede afectar la concentración, el rendimiento cognitivo y la capacidad de respuesta durante las actividades diarias.
El horario de verano, donde se adelanta una hora, ha sido especialmente asociado con un mayor impacto en la salud. Estudios sugieren que esta transición repentina puede aumentar el riesgo de ciertos problemas de salud, como ataques al corazón, trastornos del estado de ánimo y alteraciones en el metabolismo.